"Aquellas personas que viven y reviven cada día sin un respiro la gran consecuencia de la sociedad"
Reconocer que en lo menos significativo y determinante de la sociedad, está lo que es verdaderamente lo más importante para resistir la vida entera, ante un mundo con plasticidad eterna.
Hoy veintitrés de mayo a las 7:45 de la noche una mujer de la calle, apareció de la nada en frente de todos las pasajeros que íbamos en aquel bus, demasiado desaseada se veía gracias a un saco que traía puesto; de forma lineal lo componía tonos grisáceos, negros y marfiles, aunque era difícil definirlos por la distorsión del tejido que estaba de revés, resaltaba ese saco de gran tamaño la cara algo distraída y las piernas un poco delgadas que se ayudaban entre sí para cubrirse con un bóxer azul oscuro que medio se veía.
Hoy veintitrés de mayo a las 7:45 de la noche una mujer de la calle, apareció de la nada en frente de todos las pasajeros que íbamos en aquel bus, demasiado desaseada se veía gracias a un saco que traía puesto; de forma lineal lo componía tonos grisáceos, negros y marfiles, aunque era difícil definirlos por la distorsión del tejido que estaba de revés, resaltaba ese saco de gran tamaño la cara algo distraída y las piernas un poco delgadas que se ayudaban entre sí para cubrirse con un bóxer azul oscuro que medio se veía.
Su cara y cabello algo atravesados por el descuido y el poco ánimo innecesario de arreglarse para su mismo mundo (al parecer era lo que menos le importaba) eran el retoque perfecto para que definitivamente al ver hablar a esa mujer de la calle se trasmitiera y se expandiera el instinto de supervivencia.
Tan solo oía y debes en cuando giraba mi cabeza de izquierda a derecha y viceversa; y solo observaba parte de su cuerpo entero y la movilidad de su boca que atropellaba sin dejar salir con facilidad un idioma indefinido, obviamente ya estaba llevada por las drogas.
La cara de esa joven desaseada no tenía ninguna emoción resáltante, y en las pocas veces que la vi a los ojos me di cuenta a través de su ahogado gesto que ya todo le daba igual.
Cuando llego a mi puesto ubicado en la parte de atrás del bus, su cara hablaba por si sola y decidí con un gran miedo darle un par de monedas, e inmediatamente sin planearlo apretó con sus dos manos el tubo en el que solemos sostenernos mientras esperamos que el bus se detenga para bajarnos en algún punto de la ruta por la que se dirige este medio de transporte, y se golpeo seguidas veces su frente sarcásticamente sin pensarlo, lanzando aullidos que a mi interpretación, tal reacción personificaba su mala vida, su rabia, ira y dolor.
Sus aullidos me dejaron pensativa, nerviosa, asombrada e inconsciente en algunos aspectos de la vida.
Todavía no me saco de la cabeza lo que pasó ese día, y sin embargo lo único que vi de normal o por lo menos coherente en ella fue su perspicacia y habilidad conjunta con la rapidez que utilizo para entrar al bus sin que se diera cuenta el conductor.
Esa es la realidad, la verdadera realidad que quiero encontrar, mostrar y sobrellevar para saber en definitiva la sensación y/o sentimiento de aquellas personas que viven y reviven cada día sin un respiro la gran consecuencia de la sociedad.
Fue lo que decidí escoger para demostrarle al mundo que en medio de la perfecta suciedad de las calles existe también gente, no basta con averiguar cómo es la vida de cada uno de ellos, sino de encontrar el punto en el que gira su manera de ver distintamente el mundo y su futuro a comparación del de nosotros.
“Solo vivo mi vida a mi modo, con lo que yo quiero esperar de ella, aunque sin un suspiro de esperanza y sin ganas de ser más de lo que puedo lograr, me siento mejor que antes cuando tenía familia…”
“…el querer acomplejar mi vida con dependencia materialista es la base de mi pereza por progresar, ¡mire! A esos grandes empresarios que tienen la de plata, son usureros, codiciosos y viven estresados todo el tiempo, ¿eso es vida?...” (Manuel Alejandro-34 años de edad)
Manuel Alejandro de 34 años ya no se acuerda de su apellido y pensó demasiado cuando le pregunte su nombre, se la pasaba caminado por las calles del barrio Santa Isabel, cargando en su espalda un costal que para mí, solo estaba lleno de cosas innecesarias.
Fue algo difícil e indeciso hablarle, sin embargo, al tercer día intenté definitivamente acercarme; fue muy amable y la percepción e idea que tenía hacia las personas de la calle cambio inmediatamente.
Le ofrecí un tinto puesto que estaba totalmente mojado por el tan mal tiempo climático y luego con actitud relajada nos sentamos en un andén de manera algo separada.
Él reconoció que cayó en las calles por la droga, creyó como muchos. que este era el único medio para salir de una vida dura y como lo dijo él de una vida luchada e injusta.
A pesar de que Manuel no tenía una constante comunicación con personas que no éramos de su mundo, fue muy respetuoso, delicado, tolerante con mis preguntas y mis miradas; fue atento con lo que yo pensaba y le preguntaba.
Me contó su vida con perspicacia y recordándola lanzo un suspiro de resignación mezclado con tranquilidad: Su estirpe fue disfuncional, su madre cabeza de familia, sus hermanos menores estaban a espera de una crianza normal y él era padre, amigo, compañero y consejero de su familia entera.
Conoció a sus veinte dos años y por primera vez probó las drogas gracias a su padrastro, un hombre que a experiencia de él decía que era tosco, mal humorado y “montañero”.
También distribuyo la marihuana (Era y es lo que más fuma), pero su negocio no funciono por depender totalmente de este alucinógeno creyendo tratar de salir cada vez más de la complejidad de sus problemas.
Comentarios
aunque sea triste aceptarlo es la cruda realidad que viven muchas ciuades de este pais y el mundo entero, tal vez las opciones para cambiarlas sean pocas pero soy consciente de que todavia existen!
Este post da una recordación que nos sensibiliza dejando asi la constancia de hacer algo.
Energia para la creadora de este post y que de una u otra forma el mundo aprenda que no estamos solos. y mucha gente necesita de nosotros