¿Hacemos las PAZes?
Cada quien es dueño de profesar lo que dice y de aplicar lo
que quiere, cada quien está abierto a escuchar y a ser como quiere porque la decisión de vida es netamente de uno mismo. Lo que sí no es de ninguno sino de todos es de vivir con
humanidad.
El problema aquí es que muchos no tenemos claro ni de lo
queremos para nuestra vida y mucho menos para el otro, -ni nos interesa- porque caímos en el gusto de la costumbre de
no aspirar otra vida diferente y otra
vida mejor, nos quedamos en esa eterna costumbre de esperar que el
vendaval pase sin hacer nada con tal que no nos afecte. Nos duele sacarnos la
pereza de nuestros bolsillos, nos duele esforzarnos, nos duele pensar en el
otro, nos duele y nos duele tanto que cuando llega el momento de decidir el
camino correcto, preferimos quedarnos en el mismo y viviendo lo mismo.
No pretendo juzgar su decisión del “Sí o el No tomar el
camino de la paz”, ya hay un tanto de más de 34 millones de colombianos
colapsados que ya lo están haciendo -¡Parecemos un gallinero!.
Quiero que les quede dando vueltas en la cabeza, de qué pasaría si dejamos a un lado la vanidad, el ego, el estrato, la amargura y la agresividad y las cambiamos por inteligencia, comprensión, perdón y amor - es hippie pero nos falta mucho amor para hacer las cosas.
Quiero que les quede dando vueltas en la cabeza, de qué pasaría si dejamos a un lado la vanidad, el ego, el estrato, la amargura y la agresividad y las cambiamos por inteligencia, comprensión, perdón y amor - es hippie pero nos falta mucho amor para hacer las cosas.
Persistir en esto es un trabajo duro pero no imposible,
suena a cliché pero la paz se logra creyendo en ella con actos de fe, de
amistad, de respeto, de comprensión cuando se escucha y de comprender cuando
intentamos ponernos en los zapatos del otro. Porque este “asunto, es un asunto
humano, demasiado humano”, como dice Hector Abad Faciolince.
Quitemos la costumbre de juzgar con ofensa al otro porque
piensa distinto, de echarnos la pelota
de por qué seguimos en lo mismo, de apodar de “ignorante” o de “burro”. Cuidemos
las palabras, dejemos la ambigüedad de querer paz pero con protagonismos o sin
practicarla -que es peor-, dejemos que la paz fluya sin agredirla, sin rasgarla
con tanto ego y división y construyámosla con una unión que haga que esta sea
tan fuerte que ni los ideales, la corrupción o la misma ira la destruya.
Reservemos la energía para cuando tengamos que celebrar y amémos la paz con la pasión que la deseamos y con el amor con la que la anhelamos.
Olvídense del presidente y los expresidentes, ¿nos damos la
oportunidad de que usted y yo, ustedes y nosotros, aquellos y ellos, Colombia
multicultural y Colombia de todos hagamos las PAZes?
Como dijo un amigo por ahí, “luchemos para que esta derrota
nos una” y nos una más que nunca.
Dedicado a ustedes y a mi profunda tristeza.
Lean ‘Explicar el Fracaso’ de Hector Abad Faciolince,
el mejor artículo de opinión que he visto hasta ahora.
Comentarios