Fuimos mil personas cantando en la Plaza Santa María
No llovió, hizo buen sol y todo resplandeció por el calor humano que vivimos en esa presentación.
“¡Entrada libre!” Decía un organizador del evento a toda la gente que pasaba y a decir verdad mucha gente entró.
Seguí yo, y con amabilidad me explicó uno de los de logística que era un evento que inauguraba internacionalmente un festival de coros, donde muchas personas del mundo, se iban a encontrar para cantar en esta Semana Santa. Terminó diciendo que era la primera vez que este festival, América Cantant, estaba en Colombia.
Estando adentro, busqué el mejor lugar para deleitarme de dicha presentación, un lugar donde hubiera más gente y donde mejor pudiera observar a todos los artistas de cada región del mundo, que nos acompañaban en el centro de la plazoleta. Me ubique en la zona más diversa, donde adultos mayores, niños y jóvenes se encontraban juntos, donde por simple semblante, se notaba su vida, sus gustos, y su experiencia.
Santiago Trujillo, el director del Instituto Distrital de las Artes en Bogotá, IDARTES, dio las palabras de apertura recalcando “La diversidad cultural que con orgullo tenemos en Colombia”. Luego se escucharon ¡Aplausos!, mientras desfilaban algunos de los artistas, los vestuarios típicos de su región. Vi por ahí pasear a Barranquilla, al Huila y a gran parte del Pacífico.
El coro empezó con su canto, se movían al son del ritmo, cantaban de una manera impecable y emotiva, y cada vez más, iban prendiendo con su voz la emoción del público atento a su presentación. Varias canciones dieron una introducción a nuestro folclor colombiano y al Son de“Aleluya” de Handel, “Los Cucaracheros”, “Agáchate el Sombrerito”, “la Loma” y “Navidad Negra”empezamos todos a cantar y aplaudir con mayor fervor.
Cachacos, costeños, caleños, paisas y extranjeros de todas las clases empezamos a unir nuestras voces, mil voces para cantar, mientras movíamos todo el cuerpo con La Pollera Colorá. Éramos uno, un solo coro que cantaba nuestras tradiciones con felicidad y pachanga.
Me sentía en mi tierra, con los de mi tierra cantando y gozando de un coro, de un grupo de artistas que nos acompañaban con su voz, con sus instrumentos, con su baile y sus vestidos en la tarima, en la plazoleta y dentro del público.
“Este es mi país, este mi folclor y no lo cambiaría por nada” lo dijo un adulto mayor de sombrero y bufanda, que estaba al lado mío apenas escuchó “Colombia Tierra Querida”. Este fue el cierre, un cierre donde representamos por tres horas un pedacito del mundo, que bailó un poco de nuestro folclor colombiano entre artistas cubanos, venezolanos, australianos, argentinos, rusos, entre otros.
¡Gracias! dijimos en coro y en repetidas veces a los organizadores por incluirnos en la presentación, de los mil coristas que inauguraron este Festival de América Cantant 7 en Colombia.
“¡Entrada libre!” Decía un organizador del evento a toda la gente que pasaba y a decir verdad mucha gente entró.
Seguí yo, y con amabilidad me explicó uno de los de logística que era un evento que inauguraba internacionalmente un festival de coros, donde muchas personas del mundo, se iban a encontrar para cantar en esta Semana Santa. Terminó diciendo que era la primera vez que este festival, América Cantant, estaba en Colombia.
Estando adentro, busqué el mejor lugar para deleitarme de dicha presentación, un lugar donde hubiera más gente y donde mejor pudiera observar a todos los artistas de cada región del mundo, que nos acompañaban en el centro de la plazoleta. Me ubique en la zona más diversa, donde adultos mayores, niños y jóvenes se encontraban juntos, donde por simple semblante, se notaba su vida, sus gustos, y su experiencia.
Santiago Trujillo, el director del Instituto Distrital de las Artes en Bogotá, IDARTES, dio las palabras de apertura recalcando “La diversidad cultural que con orgullo tenemos en Colombia”. Luego se escucharon ¡Aplausos!, mientras desfilaban algunos de los artistas, los vestuarios típicos de su región. Vi por ahí pasear a Barranquilla, al Huila y a gran parte del Pacífico.
El coro empezó con su canto, se movían al son del ritmo, cantaban de una manera impecable y emotiva, y cada vez más, iban prendiendo con su voz la emoción del público atento a su presentación. Varias canciones dieron una introducción a nuestro folclor colombiano y al Son de“Aleluya” de Handel, “Los Cucaracheros”, “Agáchate el Sombrerito”, “la Loma” y “Navidad Negra”empezamos todos a cantar y aplaudir con mayor fervor.
Cachacos, costeños, caleños, paisas y extranjeros de todas las clases empezamos a unir nuestras voces, mil voces para cantar, mientras movíamos todo el cuerpo con La Pollera Colorá. Éramos uno, un solo coro que cantaba nuestras tradiciones con felicidad y pachanga.
Me sentía en mi tierra, con los de mi tierra cantando y gozando de un coro, de un grupo de artistas que nos acompañaban con su voz, con sus instrumentos, con su baile y sus vestidos en la tarima, en la plazoleta y dentro del público.
“Este es mi país, este mi folclor y no lo cambiaría por nada” lo dijo un adulto mayor de sombrero y bufanda, que estaba al lado mío apenas escuchó “Colombia Tierra Querida”. Este fue el cierre, un cierre donde representamos por tres horas un pedacito del mundo, que bailó un poco de nuestro folclor colombiano entre artistas cubanos, venezolanos, australianos, argentinos, rusos, entre otros.
¡Gracias! dijimos en coro y en repetidas veces a los organizadores por incluirnos en la presentación, de los mil coristas que inauguraron este Festival de América Cantant 7 en Colombia.
Por Lorena Ladino.
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