La agradable inseminación a una reflexión solitaria

Foto de htpp//: argentinaconciergue.com


El día era agradablemente urbano, Bogotá y su clima frio, casi que con un vendaval constante. El centro de ella estaba comúnmente repleto de gente con sombrillas, gabanes que cubrían las medias veladas de mujeres que salían de las oficinas y bufandas que compaginaban con todo gusto.

A las tres veinte inicia la función de El Origen en el teatro Embajador, película que está en cartelera desde julio, su estreno en Colombia. Nadie quiso disfrutar de mi compañía a excepción de un desconocido que encontré en la entrada de la sala “Me toca ver está película para un trabajo de psicología, me dijeron que es buena vamos a ver…”

Las 5 personas a espera de la gente que desocupara la sexta sala, para entrar a la próxima función eran cada una de aspecto distinto; “webon pilas con el pop corn” (crispetas o maíz pira en su defecto), la niña que tenía como rostro su cabello, los dos amigos quela acompañaban era de su mismo semblante, de la misma “pinta”. Un hombre con gafas robustas y un libro en la mano, esperaba en una esquina con sutil paciencia, y finalmente al lado mío ese desconocido que no pregunté nunca su nombre, dotaba su cara redonda con cabello largo, audífonos en sus oídos y manos en los bolsillos de la vestimenta totalmente negra.

No fue tanto la espera, para entrar al lugar adornado con sillas y pantalla grande. Las mismas 5 personas me acompañaron en todo el trayecto de mi objetivo, nadie más entró ni a mitad ni a final de película. La profundidad y el eco era más penetrante y las propagandas del proyector sólidas, y comerciales “El Espectador, eres lo que lees”.

Por fin un primer plano puso toda mi atención a la imagen… el mar, los ojos… el mar… la espalda… el mar y entra en acción otra persona. La imaginación, la historia, y la emoción llena de codicia, libertad y riesgo respondían a través de un secreto hecho amor, hecho memoria.

El lidiar con la realidad de una persona, Cobb, personaje principal junto al sueño y los anhelos de él y de otros iban en contra de un destino que era imposible cambiar, la muerte, los pensamientos, y el sentir como tal era el complejo de la historia. Coob implantaba ilegalmente ideales solo con fines económicos en la mente del otro a través de los sueños.

Los sueños, palabra agradable de escuchar una y otra vez mientras el filme continuaba, ¿qué tanto aprovechamos soñar en una realidad en la que solo pensamos y queremos sin accionar con imaginación, pulcritud y emoción?

Escenas pasaron, varios sueños se desprendieron de cada actor que conformó la historia, personajes que según mi prospectiva y mi contexto momentáneo eran tan influyentes como nosotros los espectadores.

Pocas risas se escucharon, pero el morder las crispetas era un sonido constante y entrometido, la cara de cada uno de los que amoblamos un poco la sala, era neutra, masificada, se sentía que estábamos en el límite emocional, que ningún gesto era propio para utilizarse.

“La idea es un vicio, es una semilla que se implanta en el subconsciente, donde esta todo lo emocional”, dice Cobb varias veces en determinadas e importantes escenas. Iba culminando El Origen, y en el limbo ya me sentía, ese era uno de los riesgos que tenían que sobrepasar para llegar de nuevo a la realidad para liberarse y estar verdaderamente en ella.

La historia es densa, caótica e impactante pero no es de importancia contarla cuando prevalece más el impacto del espectador, y menos cuando es difícil narrar lo irreal sin pensar que es bueno disfrutar de un pensamiento sensorial hecho imagen.

EL vivir realmente sin dejar pasar por alto lo que se siente, es lograr experimentar y aprovechar el corto o largo tiempo que proporcione el destino, el envejecer radica en disfrutar lo que se vive sin dejar pasar por alto nada, sin olvidar recuerdos, porque la memoria responde a un impulso, a un sensor que empuja existir.

Todo queda en un silencio más denso que el obligado cuando el final llega, no hubo espera y en menos de lo que supuse, la sala estaba vacía, y la única que en ese momento continuo adornando el contexto fílmico era yo, la que entro con un desconocido conforme, y quedo sin esa compañía al terminar la película.

Nadie salió con gestos pensativos, por lo contrario, esos gestos eran de una impactante película más de ciencia ficción.

Un cigarro basto para disfrutar de la salida de ese de nuevo caos que se presenta en la verdadera realidad del momento. El iris, el clima y contexto urbano de Bogotá.


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