¡Alucina querida!


La superficialidad que maneja el hombre actual con relación a los estados adversos que provoca una droga prohibida o aceptada (alcohol, entre otros), es suficiente cuando estigmatiza con discusiones cotidianas de la malicia consecuente que tiene consumir alguna sustancia que altera los sentidos.
El disfrutar la realidad y la viveza corporal y sensitiva a través de “las drogas”, como se conocen, no genera ninguna mala trasformación social desde que la adicción no se represente con la mezcla superficial de la que se compone gran parte de nuestra masa social.
Los contra de los alucinógenos, en su mayoría se concluyen a partir de experiencias alternas y no vividas, contadas a través de canales informales o pocas veces por los medios masivos informando (es lo único que se cumple, según los objetivos comunicativos y constitucionales), desde el mismo enfoque superficial.
La crudeza radica en desenvolver, masticar, “rumiar” ( como lo hace una vaca) y escupir dicha palabra “superficialidad”.
No es malo, mucho menos bueno consumir esa materia que trasciende los sentidos. La variedad hecha opinión la crea cada uno, según su propia experiencia.
El llegar al extremo no se aprovecha, el estigmatizar hace que no se conozca y el disfrutar más que con los 5 sentidos, hace que se sienta el verdadero placer de la existencia humana.

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